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Thursday, November 09, 2006

Virtualidad (cuento)

¿Alguna vez te pasó de esperar demsiado a alguien?
¿Te pasó de depender demasiado? ¿De confundir la realidad con la fantasía, o el amor con los bytes?
Ojo que no te ocurra como a este señor.

"Allá abajo todo es muerte"
Stephen King.
Sara Risa.


1


Miré mi propia imagen devuelta por la ventana del programa de mensajería donde en el rincón destinado a exhibir la imágen que envía mi cámara, aparecía mi propia cara, un tanto estúpida, un tanto embotada por el cansancio y el desvelo. La agrande, y me peiné con la mano reflejándome en ella, olvidando una vez más, que me quedaba la raya del otro lado en esa inversión mefistofélica de la imagen sobre la que Borges no llegó a escribir. El sexo y los espejos son abominables ¿Las cámaras también? ¿o sólo cuando enfocan a uno mismo?. Me miro hacia los calzoncillos percudidos que recuerdo haberme cambiado una vez al menos la semana pasada ¿O fue la otra? De todos modos no tiene la más mínima importancia. Puedo estar perfectamente en calzoncillos no muy limpios que digamos y no tiene la menor importancia.

Todo yo soy cara y palabras para ti.



No importa apenas si voy descalzo,  si huelo peor que un queso abandonado en el sótano desde hace cinco meses o si la mugre se me enreda en los tobillos y asciende por las pantorrillas como una planta trepadora y maligna, como un cáncer moral que algunas veces, si se me cae entre los pies un pedazo significativo de lo que sea que esté comiendo frente al monitor, me punza levemente el alma como el preámbulo de un dolor. Siempre que mantenga prolijo mi aspecto desde el torso hacia arriba no me importa lo que suceda más abajo. Más abajo no aparece en la cam.



2




Te espero hace horas con el mensajero abierto. No llegas, no vienes. ¿Qué parte de tu vida real, tan ajena a mi mismo, estará apartándote del teclado?



Quedamos en encontrarnos a las ocho en la puerta de la disketera. Son las nueve y media casi. Unas horas más o menos en tu país. Espero que nada te haya sucedido y me imagino mil modos de recibir noticias tuyas. Todos inútiles.



Si alguna vez nos pasara algo a ti o a mi ¿Cómo haríamos saber al otro el motivo de la ausencia? Hay algo esencialmente frágil en este vínculo. No logro discernir exactamente qué. Tal vez ese velo secreto tras el cual nos encerramos noche a noche una vez que se duerme tu marido. En una de esas, otra cosa. ¿Acaso importa? Ocasionalmente miro el sol. O la luna y me pregunto si no la estás mirando tu también.

3



Son las dos de la mañana. He sido insultado en dos foros, alabado en uno, apenas si leído con indiferencia hastiada en otro más. Estuve un rato en un chat pero la conversación me resultaba trivial y ligera como un anuncio de tampones. Revisé ochenta y cuatro correos electrónicos. Ninguno tuyo – me lamento- y ahora tengo los ojos cansados y las vértebras cervicales parecen multiplicarse por diez, por veinte por cincuenta. Mi monitor no es suficientemente grande como para alojar la ansiedad y la preocupación que tu ausencia me demandan. ¿Dónde estás? Hace horas que deberías estar aquí.


4



Hace meses que te quiero proponer un encuentro erótico. Tengo miedo de que la idea te resulte un tanto barroca, palabra que como tantas otras, significa algo distinto para ti que para mi, aunque con el transcurso del tiemmmpo, hemos aprendido uno del otro bastante vocabulario y ahora compartimos una especie de dialecto neutro y personal que no es ni el tuyo ni el mio sino una mezcla salpicada de los dos. O poco delicada. Tal vez lo estés deseando y yo negándote el deseo, aunque supongo que me lo habrías dicho. ¿No? Escribiré algo sobre el deseo y el objeto de deseo para algún foro. Tal vez para “Pelotudos sin sentido”, "frikis sociales" o  “Parias irreverentes” Debería pensarlo detenidamente. Últimamente me está costando pensar si no pongo mis pensamientos por escrito. Las ocho de la mañana ya. ¿Tan temprano o tan tarde? Una pregunta cuya respuesta ni siquiera tiene sentido. No te espero más por hoy al menos, por ahora al menos, por este minuto. "Nuestrano" le hemos puesto a éste dialecto no registrado en la RAE. Iba a apagar el ordenador pero me da pánico hacerlo. Opto por apagar al monitor para que la luz no me estorbe demasiado el sueño. Subo el volumen al máximo para que tu llegada me despierte. Knock tree times, decía la vieja canción. Mi cama está a escasos cuatro pasos del teclado y con el sonido de alerta del mensajero al alcance de mi oído, me apresto a dormir para que se me pase más rápido el tiempo inconmensurable de la espera. ¡Qué deshecha y revuelta está mi cama! Intento calcular en vano, cuantos días hace que no me tomo la molestia de estirarla. ¿Acaso diez? ¿Más? El tiempo ha adquirido una cualidad nebulosa y anodina. Me transcurre mientras impotente lo miro pasar apenas si conciente, en los numeritos abajo a la derecha.

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Pienso en mi propia imagen devuelta por la webcam. ¿Estoy siertamnte más delgado o será que la cámara deforma? ¿Esas son ojeras o la particular incidencia de la luz del monitor pinta violetas bajo mis hojos?

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Algo debe haberte pasado mi amor. No es posible que ya hayan pasado más de treinta horas y no tenga ninguna noticias tuya. No he podido dormir bien así que dejé de intentarlo. Entré a una página de ajedrez y me puse a jugar horas y horas. Apenas si me levanté para ir al baño cuando ya no daba más. Miro la mesa del ordenador y me resulta imposible contar las botellas de cerveza acumuladas sobre el scanner. Y bajo el escritorio, y a mis costados. El muchacho del supermercado me miró raro cuando me traje el pedido que como siempre recibí por la ventana. Seis cervezas de a litro y un paquete de papas fritas de las grandes. Todas las noches más o menos lo mismo.

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Las siete y media. ¿De la tarde o de la mañana? No entrás no entrás, ¡no entrás! ¿no entras? Me quedé dormido sobre el teclado y mi pantalla aparecio repleta de caracteres aleatorios, en una especie de versión electrónica de la escritura automática de los mesmeristas del siglo XIX. Cuando me miré en la cámara, me reí de mi cara cuadriculada por las teclas. Me dormí otra vz Soñé. Un sueño extraño y realista. Llegaba a una playa, sudoroso, en medio de un clima agobante, caluroso y húmedo. Caminaba hacia el mar deseando darme un baño para refrescarme y sacarme el sudor que me cubría el cuerpo como una película inmunda. Pero el agua se alejaba a medida que caminaba hacia ella. Se alejaba más rápido aún que mis propios pasos presurosos. Por cada metro que avanzaba, el agua se alejaba tres o cuatro, dejando en su retirada, peces asfixiados que se retorcían agónicos bajo los rayos durísimos de un sol decididamente tropical y desmedido. Seguí caminando hacia el mar, hasta que quedé solo, sentado, llorando de impotencia, en medio de un arenal inmenso e indiferente, acompañado sólo por los despojos de los peces que fatigados de luchar contra la asfixia, morían silenciosos y rápidamente comenzaban a descomponerse. Me desperté, y en la cámara pude ver mi cara cuadriculada por las huellas de las teclas. Y entre las teclas, la humedad de las lágrimas de mi cara. Parece que afuera llueve.

9



¿Comí hoy? Ayer? Anteayer? queimporta, tengo demsiado sueño como para ocupare de eso ahora, comre cuado me despierte

10)



ase 12 dis qe tespero...............ademascreoque algo anda my mal mu mll.mejor me acuesto .



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Germán Queirolo Tarino, Salinas 18/06/04 Editado y refritado Setiembre 2010.

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